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Una copa de oro que embriagó a toda la tierra
fue Babilonia en la mano de Jehová.
De su vino bebieron los pueblos;
se aturdieron las naciones.
¡De repente cayó Babilonia y se hizo pedazos!
¡Gemid por ella!
Tomad bálsamo para su dolor:
quizá sane.»
Curamos a Babilonia,
pero no ha sanado.
¡Dejadla ya, y vayámonos cada uno a nuestra tierra,
porque ha llegado hasta el cielo su juicio
y se ha alzado hasta las nubes!

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